Salud visual: Visión y conducción (II)

14.04.2022

Anteriormente hablamos de la importancia de la visión en la conducción, tratando aspectos como agudeza visual, campo visual y percepción de profundidad.

En esta ocasión hablaremos sobre las condiciones luminosas, los deslumbramientos y su influencia en la conducción.

Distinguimos entre visión fotópica y mesópica; esto se refiere a la cantidad de luz ambiental, de manera que la visión fotópica se da durante el día (con mucha luminosidad) y la visión mesópica aparece cuando la cantidad lumínica es menor, como en los crepúsculos matutino y vespertino.

En condiciones normales, de día, la agudeza visual que tenemos nos la proporciona la retina central, donde se encuentran las estructuras con los fotorreceptores que captan las imágenes de los objetos que miramos; estos fotorreceptores son principalmente conos, y están diseñados para percibir los detalles y colores.

La cosa cambia cuando pasamos a visión mesópica, pues la pupila se dilata para facilitar que llegue a la retina la mayor cantidad de luz posible. Ahora cobra más importancia la retina periférica en nuestra visión, donde hay menos concentración de fotorreceptores y son principalmente bastones, que perciben muy bien las formas, luces y movimientos.

El ojo se adapta por sí solo a las diferentes condiciones lumínicas, pero necesita un tiempo para ello, en torno a cinco minutos. Por ello muchas veces nos quejamos de que durante el crepúsculo se conduce peor, porque la cantidad de luz está disminuyendo o aumentando constantemente y el ojo se tiene que adaptar.

Por otro lado están los deslumbramientos, que aparecen cuando en el campo visual aparece una fuente de luz mucho más brillante que la de la iluminación general. Este deslumbramiento nos va a provocar una contracción pupilar máxima para reducir la cantidad de luz que llega al ojo y posibles molestias transitorias como lagrimeo, frecuente parpadeo y/o pérdida momentánea de la visión, sobre todo si estamos adaptados a la oscuridad.

Podemos padecer deslumbramientos más fácilmente por la noche, cuando nos cruzamos con otro coche y se deja las luces largas encendidas o sin querer miramos directamente a sus faros; pero también a la salida de un túnel, sobre todo si es de cierta longitud y nuestros ojos ya se han adaptado a la oscuridad cuando salimos de él. Conduciendo de día también podemos sufrir deslumbramiento ocasionado por la luz reflejada en las superficies horizontales del asfalto o el salpicadero de nuestro propio coche.

Sobre todo a partir de los 45-50 años nuestros ojos son cada vez más sensibles a los deslumbramientos y tardan más tiempo en recuperarse, lo que puede generar situaciones de peligro por la merma transitoria de agudeza visual que nos provocan.

Afortunadamente podemos minimizar los deslumbramientos y sus efectos; de día con el uso de gafas de sol polarizadas, que no sólo nos van a reducir la cantidad de luz que llega al ojo sino que van a evitar los deslumbramientos por reflejos. Cuando entremos en un túnel deberemos tomar la precaución de quitarnos las gafas de sol y encender las luces para intentar reducir la diferencia lumínica entre el interior del mismo y el exterior en el momento de abandonarlo, además de aumentar la distancia de seguridad respecto al resto de vehículos. Las lentes fotocromáticas son una gran ayuda en estas situaciones, pero debemos asegurarnos al adquirirlas que se oscurecerán dentro del coche.

En cuanto a los tratamientos de nuestras lentes, hay antirreflejantes diseñados específicamente para conducir que no sólo nos dan la transparencia que buscamos con este tratamiento, sino que minimizan los deslumbramientos de día y principalmente de noche.

Por la noche las gafas de lentes amarillas nos dan más luminosidad y mejoran el contraste, haciendo más cómoda y segura la conducción; aunque debemos tener en cuenta que estas lentes no son las más indicadas de día precisamente por aumentar la luminosidad.