Salud visual: Uveítis
Como podemos deducir por el sufijo (-itis) estamos hablando de la inflamación de la úvea. Puede ser secundaria a otras enfermedades o infecciones de nuestro cuerpo, puede ser efecto secundario de un medicamento o aparecer como consecuencia de un traumatismo o cirugía; pero en un alto porcentaje de casos no se llega a saber qué la ha provocado.
¿Qué es la úvea?
Podemos decir que es la capa media del tejido de la pared del ojo, y está compuesta por diferentes estructuras:
Iris: estructura que define el color de nuestros ojos y regula la entrada de luz al interior del mismo.
Cuerpo cilial: detrás del iris, cambia la forma del cristalino para poder enfocar a diferentes distancias; y donde se produce el humor acuoso.
Coroides: capa entre la retina y esclera (parte blanca del ojo) con multitud de vasos sanguíneos y tejido conectivo que nutre y aporta oxígeno a la retina.
Tipos.
Atendiendo a las estructuras que componen la úvea se clasifican los diferentes tipos de uveítis:
Uveítis anterior, iritis o iridociclitis (dependiendo que afecte sólo al iris o también al cuerpo ciliar): aparece de forma repentina y asociada a enfermedades autoinmunes, normalmente en pacientes jóvenes y sanos. Puede ser crónica o recurrente, y su pronóstico de recuperación es bueno.
Como síntomas asociados están el enrojecimiento y dolor ocular, lagrimeo, fotofobia y visión borrosa.
Uveítis intermedia o parsplanitis: se inflama la pars plana, estructura del cuerpo ciliar. Puede ser cíclica, mejorando o empeorando a temporadas.
Uveítis posterior o coroiditis: afecta a toda la parte posterior del ojo, puede desarrollarse de forma lenta y llegar a durar varios años. Si llega a afectarse la retina se denomina coriorretinitis y puede asociarse con cierta turbidez del cuerpo vítreo que provoca visión borrosa y presencia de "moscas volantes"; en el caso de verse afectada la región macular pueden aparecer metamorfopsias (visión distorsionada). No es probable que notemos dolor con este subtipo.
Panuveítis o endoftalmitis: la inflamación afecta a todas las estructuras que componen la úvea.
Tratamiento.
Los diferentes tratamientos
oftalmológicos pueden consistir, según los casos, en dilatación pupilar y
cicloplegía para calmar el dolor, antiinflamatorios (sobre todo corticoides), antibiótico
cuando hay secreción de pus, inmunosupresores e incluso cirugía ocular en casos
que haya alguna complicación por la inflamación ocular.