Salud ocular: Derrame ocular
Sin duda es espectacular, aunque no pasa de ahí.
El derrame ocular también lo conocemos como hemorragia subconjuntival o hiposfagma y es exactamente eso que nos indica el nombre: un pequeño derrame, la rotura de un vaso sanguíneo de la conjuntiva.
Esta última, la conjuntiva, es la mucosa que recubre la esclerótica -parte blanca del ojo-, y al ser transparente permite que veamos la sangre acumulada debajo de ella cuando sufrimos este derrame.
Es una condición benigna, sin mayores consecuencias, que puede ser provocada por diversos factores:
- Aumento brusco de la presión sanguínea provocado por un estornudo, tos fuerte, un esfuerzo realizado al levantar un objeto pesado, estreñimiento, etc.
- Un golpe o traumatismo en el ojo; incluso frotarnos el ojo con fuerza puede provocarlo.
- Tratamientos con anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios.
- Trastorno de la coagulación o deficiencia de vitamina K, aunque estos son casos más raros.
El derrame es asintomático, siendo conscientes de ello cuando nos miramos en el espejo o, como ocurre en la mayoría de las ocasiones, cuando alguien nos pregunta por él; y es que ya hemos dicho que es bastante espectacular.
No requiere tratamiento, aunque en algunos casos nos puede ocasionar irritación ocular y entonces la lágrima artificial nos aliviará. El derrame se reabsorberá por sí solo en un plazo de 8 a 10 días habitualmente.
La precaución que debemos tener es la de revisarnos la presión arterial cuando se repiten los derrames con cierta frecuencia.