Salud ocular: Cuándo debo reemplazar mis lentillas

06.05.2021

Las lentillas no son eternas (ni siquiera las rígidas de hace años, como mucha gente puede pensar) y hay que desecharlas y cambiarlas por otras nuevas en los plazos establecidos por el fabricante. Tal vez puedas pensar que eso es sólo para vender más, pero no.

Las lentes de contacto se pueden clasificar según diferentes criterios y uno de ellos, probablemente el más conocido por el público, es del de la frecuencia de reemplazo; así los diferentes grupos de lentes que definimos son:

  1. Diarias: son lentes de un solo uso; nos las ponemos y al quitarlas directamente las tiramos a la basura.
  2. Semanales: las usamos durante una semana
  3. Quincenales: 2 semanas de uso
  4. Mensuales
  5. Trimestrales
  6. Semestrales
  7. Anuales

Cuanto más frecuente es el reemplazo mayor es la salud para nuestros ojos, pues minimizamos la formación de depósitos en la superficie de las lentes así como el riesgo de infecciones oculares.

Es muy tentador estirar el uso de las lentillas unos cuantos días más de lo indicado por el fabricante -incluso semanas- hasta que comenzamos a notar incomodidad en su porte. Si es tu caso y no sabes realmente por qué hay que respetar los plazos indicados te lo explicamos a continuación.

Comenzamos hablando del ojo, en concreto de la córnea, una estructura transparente que permite la entrada de la luz al ojo para que podamos ver. Está compuesta por diferentes capas, con células que se reproducen constantemente y para ello necesitan nutrientes; cualquier tejido del cuerpo toma los nutrientes de la sangre que le llega a través de los vasos sanguíneos, pero como hemos dicho, la córnea es transparente y por lo tanto carece de esos vasos sanguíneos; así que debe tomarlos del oxígeno del aire.

Si privamos a la córnea de ese oxígeno lógicamente va a intentar obtenerlo por otros medios y es ahí donde pueden empezar nuestros problemas. Cuando la córnea carece de oxígeno suficiente se nutre de los siguientes lugares:

  1. Del humor acuoso: es el líquido que hay dentro del ojo entre la córnea e iris. En este caso la córnea se edematiza y pierde transparencia, perdiendo así su función de permitir el paso de la luz al ojo.
  2. De los vasos sanguíneos: se forman nuevos vasos en las estructuras adyacentes a la córnea y crecen hacia el interior de esta, perdiendo igualmente transparencia.

Las lentes de contacto son seguras en su uso porque están hechas de materiales porosos que permiten al oxígeno atravesar su estructura y llegar a la córnea. De hecho, es conocida en todas las lentillas la cantidad de oxígeno que permiten que llegue a la córnea, diferente en cada material.

Desde el mismo momento en que estrenamos unas lentillas y comenzamos a usarlas comienzan a perder parte de esa permeabilidad al oxígeno, provocada por los depósitos que se adhieren a su superficie, por los productos de mantenimiento que empleamos para su limpieza, etc. Esto es lo que hace que se fijen las diferentes frecuencias de reemplazo.

Así que por muy bien que hagamos el mantenimiento de nuestras lentes de contacto siempre van a tener un deterioro, aunque no lo veamos y si alargamos su tiempo de uso lo que estamos haciendo es atentar contra la salud de nuestros ojos y "adquiriendo boletos" para tener problemas serios en el futuro.

Si de verdad te importa tu salud ocular no abuses ni de las horas de uso diarias ni de los tiempos de reemplazo de tus lentes de contacto.